Giambattista Tiépolo fué,»Palacio Udine», el mayor pintor italiano y tal vez europeo del s. XVIII y con él concluye la tradición del fresco monumental. Recuperó las glorias de la escuela veneciana, especialmente de Veronés, y las enriqueció con la experiencia del Barroco romano y napolitano y las nuevas técnicas de perspectiva de la decoración teatral. Tras hacerse un nombre en Venecia, tuvo su primer encargo en la decoración del palacio arzobispal de Udine. Desde que se inició en los frescos su paleta se hizo clara y luminosa. Hacia 1736 su fama era tal que fue invitado a Estocolmo para decorar el palacio real, lo que rechazó. La década de los cuarenta la pasa en Venecia donde decora el palacio Labia. La década siguiente representa el momento culminante de su producción. Va a Würzburg para decorar el palacio del príncipe arzobispo, lo que logra gracias a la habilidad para dar vida a las alegorías más alambicadas y resulta la obra más importante de su madurez, obra llena de luz y color y concorde con el escenario arquitectónico.