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El Surtidor

Se cansaron tus ojos, ¡pobre amante!

Que se queden cerrados largo rato,

En esa postura indolente

En que el placer te sorprendió.

El murmullo del surtidor,

Que día y noche permanece,

Prolonga dulcemente el éxtasis

En que el amor me sumiera.

El amplio chorro

En flores mil,

Donde Febea 

Colores muestra,

Cae como lluvia

De lentas lágrimas.

Así tu alma, incendiada

Por la cruda luz del goce,

Se lanza atrevida y rápida

Rumbo a cielos encantados.

Moribunda, se transforma

En una triste ola lánguida

Que, por invisible rampa,

Se abisma en mi corazón

El amplio chorro

En flores mil,

Donde Febea

Colores muestra,

Cae como lluvia

De lentas lágrimas.

¡Oh embellecida por la noche,

Resulta dulce, sobre el seno,

Escuchar el gemido eterno

Que en el estanque solloza!

Agua, sonora, luna, noche,

Estremecidos árboles en torno,

Vuestra pura melancolía

Es el espejo de mi amor.

El amplio chorro

En flores mil,

Donde Febea

Colores muestra,

Cae como lluvia

De lentas lágrimas.

– Charles Bodelaire –

De mí no se dirá..

De mí no se dirá
que no presenté batalla.

Que ante paredes de acero.
no alcé ballestas

Que no fui al mar
de noche y a tientas.

Que en los restos no hallaron
mi alma enhiesta.

Que no encendí el fuego
que ahora se apaga…

Porque en la vida yo quise,
ser al muro, el viento

el sol, al agua
sombra y barricada.

De la lápida de mi tumba
ellos borrarán mi nombre.

De mí no se dirá
que no presenté batalla.

Mientras tú, entre las piedras
tus palabras guardabas.

Lucia Muñiz

Dame la mano, amor…

Dame la mano, amor, que no podemos
descansar todavía.
Tendrás que recorrer conmigo el tiempo;
mira cuánta distancia hasta la nieve,
cuántos copos de tierra
para olvidar los ojos del pasado
y encontrar el mañana
con un beso en la boca.
Ya sé que estás herido;
que te fatiga
atravesar la noche
y tienes miedo
de que, al final,
nos aguarde tan sólo la tristeza.
Ya sé que te rendiste
muchas veces al sol que deshidrata
todos los corazones;
pero yo te he salvado
trayendo un fresco arroyo hasta tus venas.
Si no puedes con todo
te llevaré en los brazos.
Has visto que soy fuerte
y que puedo arrasar todo el abismo.
Mataré los jaguares si se atreven
a acercarse a nosotros.
Antes de que emprendiéramos el viaje
cogí todas las armas
que tú me regalaste
y me mentalicé para la lucha.
Puedo con el desdén de las anémonas,
con la desilusión
de todos los reptiles,
con la envidia mortal del aguacero.
Apóyate en mi hombro.
A mí nada me agota,
ni siquiera la lluvia.

«De este largo viaje hacia la lluvia»
M. LUISA MORA ALAMEDA